El pasado 15 de abril, mes de “la tierra”, paradójicamente el entonces Ministro de Agricultura (MINAG) Rafael Quevedo emitió el Decreto Supremo 003-2011-AG, que reglamenta la Ley de Biotecnología promulgada el 11 de julio de 2006, en los últimos días del periodo de Gobierno de Alejandro Toledo. La aprobación del reglamento brinda la llave para abrir las puertas de nuestro país a los cultivos transgénicos, también conocidos como Organismos Vivos Modificados (OVM) hasta ahora no permitidos en el Perú.
Esta decisión polémica ha dado lugar al enérgico rechazo de algunas personalidades de la gastronomía peruana como Gastón Acurio y también al de diversas organizaciones de consumidores y agricultores de nuestro país entre las que se encuentran la Convención Nacional del Agro (CONVEAGRO), el más importante gremio de agricultores del país, la Asociación Médica Peruana, el Colegio de Ingenieros del Perú, la Asociación Peruana de Gastronomía, numerosos movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales. Mientras tanto el debate y las acciones de protesta por el citado Decreto Legislativo continúan. Un incidente curioso en este escenario es la renuncia del titular de agricultura, Rafael Quevedo el 13 de mayo, quien habría renunciado a la cartera de agricultura argumentando como una de las razones, la de evitar especulaciones en torno intereses que lo vincularían con una empresa de cría y sacrificio de pollos, importadora de semillas transgénicas.
Por su parte el Ministro de Ambiente Antonio Brack manifestó el pasado 5 de mayo ante la Comisión de Agricultura del Congreso que nuestro país no está en condiciones técnicas para hacer seguimiento a los eventos transgénicos, haciendo referencia al Decreto Legislativo que liberaliza los cultivos transgénicos y ratificó ante la comisión su postura a favor de una moratoria de 15 años al ingreso de los OVM, propuesta que está pendiente de ser debatida en sesión plenaria del Congreso.
Antecedentes:
¿Cuándo comienza en nuestro país la historia de la semilla transgénica?
¿Cuándo comienza en nuestro país la historia de la semilla transgénica?
En Abril del año 1999 en el segundo periodo de Gobierno de Alberto Fujimori se aprueba la Ley 27104 “Ley de prevención de riesgos derivados del uso de la biotecnología”. Esta ley señala que la introducción de un transgénico requiere de una autorización del Estado, sin embargo la ausencia de reglamentación de esta norma por más de 10 años ha permitido que ingresen a nuestro país de manera ilegal semillas transgénicas de maíz amarillo duro para el consumo. Desde el año 2007 ya teníamos evidencia de la existencia de cultivos transgénicos ilegales en el Perú, gracias a las investigaciones de Doctora Antonietta Gutiérrez Rosati, profesora principal de la Universidad Nacional Agraria. En el año 2009 ella misma alertó que se habían extendido los cultivos a otras zonas de Piura, La Libertad, Chepen, Barranca.
Otro elemento que debemos considerar es que hoy en día consumimos casi un 60% de productos derivados de semillas transgénicas como la soya y el maíz. El 95% de los productos derivados de la soya son transgénicos, asimismo el pollo que se vende en los mercados es generalmente alimentado con maíz duro amarillo del tipo de semilla en cuestión. Julio Iglesias presidente de la Asociación Nacional de Productores del Maíz y Sorgo señaló que cada peruano consume al año 63 kilos de maíz transgénico en carnes y aceites y otros productos derivados del maíz y la soya.
Frente a este ingreso evidente de productos derivados de transgénicos en nuestra alimentación diaria, varias organizaciones han promovido la necesidad de que éstos sean etiquetados para garantizar la libre elección de su consumo. Estas iniciativas tuvieron resultados positivos y el 1 de octubre de 2010 se aprobó la Ley 29571 denominada “Código de protección y defensa del consumidor” en cuyo artículo 37 se hace referencia a la obligatoriedad del etiquetado de productos derivados de transgénicos; pero dadas las resistencias y controversias vinculadas a este artículo el gobierno señaló un plazo de 180 días para que las empresas puedan cumplir con la ley. A la fecha hace falta el reglamento de esta ley para garantizar su aplicabilidad.
Los transgénicos y la soberanía alimentaria:
En la actualidad las semillas transgénicas son sólo el maíz, la soya y la canola y están en manos de 5 empresas transnacionales, una de ellas y la más poderosa es la empresa MONSANTO, dedicada antes a la producción de pesticidas. Hoy en día esta empresa poderosa comercializa el 90% de semillas transgénicas en todo el mundo.
Entre las bondades que se ofrece como resultado del cultivo de este tipo de semillas está la de garantizar la seguridad alimentaria, pues se argumenta que al ser granos más resistentes a las plagas permitiría mayor productividad a menor costo. Así podrían garantizarlo países como Argentina y Brasil quienes llevan años de apertura a la semilla transgénica con relativo éxito. Sin embargo un componente que nos diferencia de estos países y no viene siendo tomado en cuenta es que el Perú es poseedor de una gran biodiversidad expresada en cientos de especies y miles de variedades de plantas y productos agrícolas. Por ejemplo tenemos 8 especies de papas nativas, las que tienen 3500 variedades de papas cultivadas. En el caso del maíz tenemos alrededor de 50 razas y se calcula que hay 1600 variedades de maíz, lo mismo se sucede con otros tubérculos y granos andinos. Para el biólogo Julio Valladolid del Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas- PRATEC, toda esta gran diversidad y variabilidad de las plantas ha sido gracias al cariño y respeto que estas culturas han “criado” sus semillas. El sostiene que sin esta diversidad no se podría tener soberanía alimentaria.
El ingreso de semillas para el cultivo de transgénicos en el Perú,considerado el cuarto país mega biodiverso en el mundo, podría ser nocivo porque atentaría contra esa diversidad biológica que ha sido cultivada y multiplicada desde hace 10 mil años. Valladolid afirma que nuestros antepasados han sabido cultivar y diversificar los cultivos originarios de tal forma que ni las inclemencias del clima, ni las lluvias, ni el calor han podido acabar con esta riqueza. Hoy en tiempos de crisis climática el valor de la diversidad de especies y variedades es incalculable. Esta riqueza conservada por cientos y miles de años podría ser afectada a través de la polinización, contagiando y contaminando así los cultivos cercanos a plantaciones de transgénicos.
Los transgénicos son experimentos inacabados, sostiene Julio Valladolid del PRATEC, no se han hecho las evaluaciones a largo plazo y se han conseguido permisos para su ingreso en algunos países de manera no tan clara y es por eso que los queremos evitar. En los países que tienen una riqueza grande de agro biodiversidad no deben entrar los transgénicos. Somos el primer país agro biodiverso. Tenemos alrededor de 180 especies de plantas para alimentos y miles de variedades, perder esa riqueza por la contaminación de transgénicos sería muy grave.
Otro componente clave de la soberanía alimentaria es para Valladolid la “suficiencia alimentaria” que no es más que “Sembrar de todo para comer de todo y entre todos” pensando en la naturaleza, deidades andinas y seres humanos. Nuestros campesinos tienen prácticas ancestrales de siembra que se caracterizan no sólo por la variedad, sino también por la “mezcla”. Es usual encontrar en las chacras diferentes variedades de maíz, de quinua y kiwicha, lo que va a permitir que siempre haya alimentos. Si unos no sobreviven a las lluvias excesivas o al calor, habrán otras variedades que sí. Toda esta mezcla es la base para garantizar la producción de alimentos. Esta práctica sería inviable con las semillas transgénicas.
Otro aspecto que hay que tener presente es que la Unión Europea importa alimentos orgánicos del Perú y entre los requisitos que establece está que no sean de semillas transgénicas, ni usen pesticidas. Si contaminamos el germoplasma y los alimentos que vamos a exportar podremos perder todo el mercado europeo, lo que costaría mucho más que la supuesta ganancia de los transgénicos.
Gastón Acurio empresario de la cocina peruana y quien está en contra de los cultivos transgénicos sugiere que debe hacerse un debate con participación de diversos actores y no solo biólogos, sino también los agricultores y otros sectores de la sociedad civil como los cocineros. “Estamos hablando de la defensa de la biodiversidad como generadora de miles de oportunidades por explorar y explotar por un país que grita urgentemente su libertad económica”, señala Acurio.
El Perú tiene los mejores espárragos del mundo de altísima calidad y hay otros productos que se van sumando y no son transgénicos. Somos primeros en el mundo en exportación de café orgánico. Estos productos de calidad de la agro exportación podrían verse afectados en tanto los transgénicos pueden perjudicar a la imagen de marca de agricultura peruana de exportación en el mundo, pero también puede afectar al turismo. “Eso debe ser evaluado”, sostiene Acurio. También afirma que en este momento el reglamento no es viable en el Perú porque arriesga muchísimo la biodiversidad para el futuro de la economía de nuestro país y tenemos enormes potencialidades por recorrer.
La ley de moratoria:
Frente a la incertidumbre acerca de la contaminación y el equilibrio de la naturaleza, la propia identidad cultural y los efectos en la salud humana existe un principio de precaución al que todos tenemos derecho. Este principio se traduce en una moratoria. Actualmente existe un proyecto de Ley de moratoria que plantea postergar el ingreso de cultivos transgénicos por 15 años. Esta propuesta plantea retrasar el cultivo de los transgénicos de tal modo que hace posible avanzar en la mejora de las condiciones para el manejo de estas semillas porque permite realizar investigaciones sobre los posibles efectos o esperar que éstas sean llevadas a cabo y contar con el tiempo necesario para generar mecanismos de protección de nuestra biodiversidad.
La Ley de moratoria que inicialmente planteaba el plazo de 3 años, luego se amplió a 10 años, pero hay quienes solicitan que debería ser al menos de unos 15 años. Con este margen de tiempo fue aprobada la Ley de moratoria en la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y de Ecología, sin embargo aún falta que sea debatida y aprobada por el pleno.
Vale la pena preguntarse con que intención vino el director de MONSANTO al país y se reunió con el presidente Alan García. Los gobiernos pasan, pero las consecuencias de las decisiones que se toman afectan la vida de generaciones. Eso es lo preocupante.
Frente a la incertidumbre acerca de la contaminación y el equilibrio de la naturaleza, la propia identidad cultural y los efectos en la salud humana existe un principio de precaución al que todos tenemos derecho. Este principio se traduce en una moratoria. Actualmente existe un proyecto de Ley de moratoria que plantea postergar el ingreso de cultivos transgénicos por 15 años. Esta propuesta plantea retrasar el cultivo de los transgénicos de tal modo que hace posible avanzar en la mejora de las condiciones para el manejo de estas semillas porque permite realizar investigaciones sobre los posibles efectos o esperar que éstas sean llevadas a cabo y contar con el tiempo necesario para generar mecanismos de protección de nuestra biodiversidad.
La Ley de moratoria que inicialmente planteaba el plazo de 3 años, luego se amplió a 10 años, pero hay quienes solicitan que debería ser al menos de unos 15 años. Con este margen de tiempo fue aprobada la Ley de moratoria en la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y de Ecología, sin embargo aún falta que sea debatida y aprobada por el pleno.
Vale la pena preguntarse con que intención vino el director de MONSANTO al país y se reunió con el presidente Alan García. Los gobiernos pasan, pero las consecuencias de las decisiones que se toman afectan la vida de generaciones. Eso es lo preocupante.
Por Raquel Gargatte – BENALA
Colectivo Semillas de Diversidad
ww.semillasdediversidad.blogspot.com
Colectivo Semillas de Diversidad
ww.semillasdediversidad.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario